martes, 10 de julio de 2012
No cambies nunca.
Dime, por qué razón debería de cambiar lo que soy, por qué
razón debería dejar de hacer lo que a mí me gusta, de sonreír con las cosas que
sólo yo considero realmente importantes. Dime, por qué debería de ser lo que él
quiere que sea, si yo soy así. Dime, por qué debería de cambiar mi forma de ser
y mi físico sólo para que él me vea mejor. Hay un millón de personas en el
mundo, todas diferentes y sé que si a alguien no le gusto, tal y como soy, es
porque no soy yo, con mis más y mis menos, la persona que él busca. No quiero
fingir ser quien no soy, no quiero sonreír los días que, realmente, quiero
llorar sólo porque una persona lo prefiera. Porque un día encontraré a alguien
que me quiera así, alguien que me pida que no cambie nunca.
Esa manera que tienes de mentir.
- Hola.
+ Hola...
- ¿Me recuerdas?
+ Lo mínimo.
- Ya... A pesar de todo, parece que no fue tan difícil olvidarme.
+ Ya ves...
- Y, ¿cómo te va sin mí?
+ Mejor que nunca.
- Entonces, ¿eres feliz?
+ Totalmente.
- ¿Sabes? Hay algo que siempre he adorado de ti.
+ ¿El qué?
- Tu manera de mentir.
+ Hola...
- ¿Me recuerdas?
+ Lo mínimo.
- Ya... A pesar de todo, parece que no fue tan difícil olvidarme.
+ Ya ves...
- Y, ¿cómo te va sin mí?
+ Mejor que nunca.
- Entonces, ¿eres feliz?
+ Totalmente.
- ¿Sabes? Hay algo que siempre he adorado de ti.
+ ¿El qué?
- Tu manera de mentir.
Rutina.
De repente, ocurre algo. Eres feliz, eres la persona más
feliz. Pasan las horas y te das cuenta de que esa felicidad, ya no está; ¿a
dónde a ido? Es sencillo. Sigue ahí, pero no la ves, y ¿sabes por qué razón?
Porque se ha convertido en rutina, como todo lo demás.
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