jueves, 1 de diciembre de 2011

Todo está por venir.

Tenemos la mala costumbre de poner “fin” a las relaciones; la mala costumbre de decir: “se acabó”, a la primera de cambio. Tenemos la mala costumbre de engañarnos a nosotros mismos en todos estos momentos. Porque al fin y al cabo, pasa el tiempo, y te das cuenta de un pequeño detalle; y es que ese amor, nunca murió. Cuando una relación llega a su “fin”, no es un fin para siempre; es un fin temporal. Porque en este momento, el amor no se acaba, sino que fluye, se eleva por el aire, hasta verlo desaparecer. En ese momento, todos lo dan por perdido, todos creen que se ha ido para siempre. Pero quien sabe. Quien sabe si un día el viento soplará tan fuerte, que devolverá todo el amor que un día hubo; quien sabe si los sentimientos que daban por muertos, vuelven duplicados. ¿Quién sabe? Nadie. Nadie lo sabe. Pero tenemos la mala costumbre de creer saberlo todo, aunque realmente, todo está por venir.

Son recuerdos.

- ¿De qué valen los recuerdos? Dan asco. Sobran en este mundo.
+ Esa será tu opinión...
- ¿Tú no opinas así?
+ Para nada.
- Escúchame, son una mierda...
+ ¿Qué razones tienes para decir eso?
- Lo paso mal porque me persiguen y siguen ahí...
+ Porque tienen que estar ahí.
- Quizás... Pero dime por qué razón tú no piensas como yo.
+ Porque lo que para ti son unos "recuerdos de mierda", para mí son lo mejor que tengo en este mundo. Lo que para ti sobra, a mí me mantiene viva.

Sólo hace falta madurar.

Sólo hace falta madurar, para aprender que la vida es un regalo, que hay que vivirla con paciencia, y que todo lo que nos pasa, todo lo que vivimos, todos los momentos, tanto buenos, como malos; valen la pena. Que no hace falta toda una vida para querer a una persona, siempre depende de su forma de ser y de la manera que encaja contigo; es como cuando encuentres a tu media naranja, que te darás cuenta de que no hará falta tres años, o cuatro para quererle de verdad, sino que en dos días, ya sabrás hacerlo de sobra. Para aprender que los regalos más grandes no están en venta, ni son materiales, sino que están archivados en nuestro corazón, como los mejores días de nuestra vida, o los momentos más maravillosos jamás vividos. Que los verdaderos amigos son increíbles, que merece la pena perder el tiempo de tu vida con ellos, pero que no estarán siempre; por eso hay que saber aprovechar cada momento al lado de todas esas personas que han estado cuando tú has estado mal, y sentir que no se irán nunca, aunque algún día sea así. Para aprender que los abrazos son la muestra de amor o amistad más grande que existe, que transmiten energía, y que pueden hacerte sentir la persona más feliz del mundo. Que tu familia no tiene precio, y que a pesar de todo, te quiere más que nadie. Para aprender que el amor, es amor en todas sus condiciones, y que no hay más que eso.

Sólo deseo ser feliz.

Ahora mismo, podría desear de todo. Podría desear estar en un palacio, con todas las comodidades del mundo. Podría desear comer a todas horas, y no engordar. Podría desear tener un amigo dispuesto a hacerme todos los deberes, todos los días, todo el curso; sin rechistar. Podría desear tener una limusina en la puerta de mi casa, con mi chofer personal, que me lleve a todos los lados, siempre que lo necesite. Podría desear tener un centro comercial en mi casa, con las mejores tiendas de ropa del mundo. Podría desear vivir en un pueblo que llevara mi nombre y apellidos, para que nadie se confundiera. Podría desear que el mundo fuera de colores en cualquier parte de éste, que los colores nos cegaran cuando camináramos por la calle. Podría desear ser mundialmente conocida, por una famosa marca de ropa, que yo sola he diseñado. Podría desear multitud de cosas, o mejor dicho, boberías. Pues sólo hay una cosa de este mundo, que deseo de verdad; ser feliz.


Diferente...

Hoy, siento algo realmente diferente, y por más que busco ese algo, no lo encuentro. Y es que quizás, la diferente, sea yo. Quizás, soy yo la que ha cambiado totalmente, y por eso, no encuentro la respuesta, porque ni mi cabeza está dispuesta a pensar en estos momentos. No me entiendo, ni me conozco, ni sé lo que siento, lo que pienso, lo que deseo. No sé las respuestas a mis preguntas. Ni sé cual será la decisión más adecuada. Ha pasado un año, incluso más; pero son demasiados palos, demasiadas desilusiones, demasiada desconfianza. "Es la adolescencia" dicen, y quizás tengan razón. Y es difícil la adolescencia, muy difícil. ¿Cómo enfrentarme a todo lo que me viene encima? ¿Cómo saber luchar? Y es que lo pienso bien, y me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera sido él, el que diera ese paso. ¿Qué hubiera pasado? ¿Ahora sería todo igual? ¿O sería totalmente diferente? Más preguntas sin respuesta, más y más. Por más que pienso, más empeoro. Quizás no tenga remedio. O quizás no haya una conclusión exacta a la que llegar. Quizás estas preguntas nunca tengan respuestas. O quizás, lo mejor es empeorar sin límites, caer, caer y caer de nuevo; entonces esperar que llegue él, para levantarme, para hacerme feliz, para hacerme sentir, la persona más afortunada del universo.

Quiero que me prometas algo.

Quiero que me prometas, que hoy vendrás a media noche, que me despertarás con un beso, y que huiremos juntos. Que me prometas, que ya nunca más importará lo que digan los demás, que esta vez solo existiremos tú y yo. Que me prometas, que el mundo será solo nuestro, y que seremos las personas más felices del universo. Quiero que me prometas, que esta vez no te irás de mi lado, que seremos uno, y que no habrán intervalos entre nosotros. Que me prometas, que podré despertar junto a ti cada mañana, que podré abrazarte y besarte sin miedo. Que me prometas, que romperemos todas las reglas, y empezaremos a vivir como nosotros realmente deseamos. Quiero que me prometas que crearemos la historia de amor que todos siempre desearon, y que nunca consiguieron. Que me prometas, que me tratarás como a una princesa a cada instante, y que me harás sentir que vivo en mi castillo, junto a mi príncipe azul. Que me prometas, que de los errores se aprende, y que tú y yo, no volveremos a cometer ni el más mínimo error. Quiero que me prometas, que esto es de verdad. Que me quieres. Que podremos ser felices, por fin. Hazlo, arriésgate y prométeme el cielo. Que yo te prometo, que si lo haces, en este mismo instante lo dejo todo, completamente todo; y me voy contigo.

Soy diferente.

Acepto que me engaño constantemente, y que a nadie le gustaría saber lo que soy realmente, bajo mis mentiras. A nadie le gustaría saber lo que pienso de los demás, ni mucho menos, lo que siento. Soy diferente, quizás por lo que me han echo sentir, o por la cantidad de palos que me ha dado la vida. Pienso que poco es lo que he aprendido comparado con todo lo que he pasado. Y a veces creo, que aprendí demasiado. Soy diferente, porque mis mentiras retratan todo lo que soy, a pesar de ser mentiras.